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...sorpresivamente aparece una pequeña voz en el intercomunicador despidiendo el viaje y sin darme cuenta me estaba riendo con una gran sonrisa sobre la arena.  Ridículamente el bus me había dejado en el mismo lugar donde lo comencé pero todo tenía un color distinto. Por primera vez en mucho tiempo me acosté sonriendo genuinamente amaneciendo con bastante menos nubes.  Solo puedo enviar mi más sincero agradecimiento a la guía y sus ajustes metereológicos. 🙂